Curiosidades

Pequeñas y grandes peculiaridades de ser el Casino de San Remo

Galería de personajes

El Casino presume de la cercanía de ilustres personajes que han contribuido a afianzar la imagen y la marca de la empresa a lo largo de los más de 110 años de actividad. En la postguerra, Carlo Dapporto celebró en San Remo, en el viejo Salone delle Feste, la inauguración de su espectáculo «Riviera Folies», con el que después visitó toda Italia y Europa.

Eduardo y Peppino De Filippo también se estrenaron el Teatro de la casa de juego, donde actuaron en numerosas ocasiones. Ellos mismos relataban: «A las cuatro de la tarde, con gran disgusto por parte de los camareros, y a paso escocés, Pepino y yo ocupamos nuestra mesa en un rincón del restaurante del Casino para desayunar a la hora del té... Después de desayunar, a veces subimos (...) a las salas superiores. No os digo si yo gano o pierdo. Os bastará con saber que mi número preferido es el 14. Por el color nunca apuesto. Cada uno es como es. Yo intento ganar el millón...». Edoardo De Filippo.

Peppino De Filippo, por su parte: «A mí me gusta San Remo: cuando pienso que de las salas del Casino se puede salir rico, empiezo a temblar, no puedo articular palabra, me lío entre el 14 y el 24, el 26 y el 16, y vuelvo a meterme las fichas en el bolsillo... Yo soy así».

En las salas uno podía encontrarse con el actor y director de cine Vittorio De Sica, el rey Gustavo de Suecia, el rey Leopoldo de Bélgica, Raniero y Grace de Mónaco o el rey Faruk, que en los años 50 visitaba habitualmente las mesas verdes. Durante una partida de póquer se autoproclamó cuarto rey al tener en la mano otros tres. Fue un «póquer» anómalo al que nadie supo oponerse.

Vittorio De Sica volvía a menudo a San Remo, especialmente en la época del festival. Jugaba y se divertía. Decía: «Con lo que he jugado pueden dar mi nombre a la parte derecha del Casino, a la torre». Todavía hoy se mantiene este vínculo con el mundo del espectáculo, la cultura, el arte y los famosos.


Curiosidades históricas y artísticas.

El origen de las cartas de póquer que se suelen utilizar hoy se puede remontar a la época de la dinastía egipcia.

De hecho, los faraones confiaban en los sacerdotes, capaces de leer los eventos naturales en los números. Estos crearon así el primer calendario. En seguida los hebreos llevaron este sistema de predicción del futuro a otras poblaciones.

Muchos elementos que diferenciaban el antiguo calendario hebreo del egipcio se reflejan en las cartas usadas hoy. Así, a través del tarot y la predicción, las cartas de juego parecen remontarse a la época egipcia.

Existe muchos paralelismos que prueban esta similitud. Las cartas de póquer son 52, igual que las semanas que hay en un año. Los puntos de las cartas, sumados, son 364 más dos comodines, es decir, 366, como los días del calendario egipcio. Además, el mazo se divide en cuatro palos, como las estaciones; cada palo tiene trece números, como los meses lunares que aún existen en el calendario hebreo. Incluso los reyes son cuatro, que pueden representar los cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego.


El pie de la suerte de la Cica Cica
Los jugadores del Casino de San Remo, para atraer la buena suerte, cumplen con un rito propiciatorio: tocar el pie de la Cica, la estatua de mármol que se encuentra a la entrada del Casino.

La escultura fue realizada por Odoardo Tabacchi y se conoce como la Cica Cica o, simplemente, la Cica. La administración municipal de San Remo la ganó en un concurso público de la exposición de la escultura de Turín, celebrada en 1884. La estatua ha dado suerte a los jugadores desde la fundación del Casino, cuando se transfirió a la sala de juego del municipio de San Remo.

La estatua representa a una joven desnuda y sentada sobre una roca, con los brazos doblados en un gesto de burla y conjuro, de ahí el nombre de cica-cica, un gesto de mofa en italiano. El crítico de arte Ugo Fleres la describió como «una joven bastante guapa y alegre que adelantó a sus compañeras y, sentada en una roca, desde allí se mofaba de las que aún chapotean en el agua».

La estatua se consideró demasiado indecente para exponerla en la sede de una institución municipal, no tanto por su desnudez como por el realismo con el que se representa su fisonomía, pero sí era más adecuada para una sala de juego. Al abrir el Casino, la Cica encontró su nueva y definitiva ubicación en las amplias salas del gran palacio. El gesto de hechizo contra la mala suerte y su belleza hicieron que rápidamente fuera adoptada como amuleto por los clientes de la sala de juego.


El broce de El Pescador.

Entre las joyas artísticas conservadas en el Casino se puede admirar una preciosa copia de El Pescador (Museo Nacional del Bargello de Florencia), de Vincenzo Gemito (Nápoles, 1852-1929).

La realista pieza de bronce, que se encuentra en el primer piso, es una obra bastante tardía del artista, posterior a 1922, probablemente nunca acabada.

La escultura representa a un joven en el momento mismo en que libera del anzuelo a un pez recién pescado. Se caracteriza por un realismo excepcional, capaz de capturar el espíritu alegre y despreocupado del joven, pero también de describir con precisión el más pequeño detalle anatómico.

Estilo, el prestigio, la historia

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